HALLOWEEN EN LA HABANA: HISTORIAS DE MIEDO

texto y fotos: Rolando Pujol

Desde hace varios años en La Habana se viene celebrando la fiesta de Halloween, en vísperas del Día de los Fieles Difuntos, con el mismo entusiasmo con que este evento, propio de la cultura norteamericana, se ha ido entronizando en otras culturas.

Sin embargo, en La Habana, los espíritus que no han podido emigrar hacia la luz, se lo toman en serio y andan como fantasmas errantes por algunos edificios públicos y casonas antiguas, sobre todo la noche del 31 de octubre, cuando entre el mundo y el inframundo, se abre un portal que ocasiona numerosas y extrañas anomalías, en personas especialmente sensibles.

FANTASMAS EN EL CAPITOLIO.

Uno de los lugares donde se reportan con más frecuencia, el avistamiento de figuras fantasmales es en el Capitolio de La Habana. Sobre esto el amigo, de un cercano amigo nuestro, al que vamos a llamar Juan, pues prefirió mantener en  el anonimato su verdadero nombre y que se desempeña como custodio nocturno en el grandioso edificio, nos contó que una noche vio al fantasma…

«Yo andaba de recorrido por el pasillo del hemiciclo, cuando sentí como si me estuvieran mirando y yo enseguida me doy cuenta de eso, por el erizamiento en la espalda. Te lo cuento y es como si me estuviera pasando ahora. Me viré y allí estaba el tipo. -¡Oye, ¿quien anda ahí?¡- le dije- pero el hombre no se movía del medio del pasillo. Estaba vestido con un traje blanco y llevaba un sombrerito de plato, como si fuera de jodedera de cumpleaños. Yo a esa hora no sabía si irle pa´rriba con el bastón o mandarme a correr, pues no me daba que fuera algo natural; aquello como que flotaba, como que se paraba. Entonces decidí acercarme poco a poco, porque si era un espíritu algo quería y a mí, mi abuela me enseñó que a los vivos era a quienes había que cogerles más miedo. -Asere, ¿dime qué tu quieres?,- le dije- y caminé hacia  el hombre, ahí fue que se empezó a  desaparecer y yo dije pal, carajo me voy de aquí y salí corriendo hasta el Salón de los Pasos Perdidos, donde me empaté con el otro custodio, un viejo jubilado que volvió a trabajar, y que se las sabe todas en el Capitolio…»

-Ja, ja, ja, se rió el viejo Alcides, que así se llama, «ese es el fantasma de Vázquez Bello, que lleva una pila de años asustando a la guardia nocturna…»- le dijo el viejo.

Alcides le contó a Juan, que Clemente Vázquez Bello, había sido el Presidente del Senado durante el Gobierno de Gerardo Machado, por la década del treinta del pasado siglo. -«Acuérdate que el Capitolio, lo construyeron para que se reunieran los senadores en aquella época y se cayeran a piñazos y a tiros de vez en cuando…» -aclaró Alcides.

«_Vázquez Bello era un vividor criollo de la época, socio de Machado, que lo tenía entre sus mejores amigos, aunque él no se metía a matar a nadie y andaba suave con todo el mundo. Pero a Machado si se la querían arrancar la gente del ABC, una organización política  radical de los años treinta»- le siguió contando Alcides a Juan.

«_El asunto es que el ABC comenzó a prepararle un atentado en el Cementerio de Colón, a Machado, colocando bajo la calle principal por las alcantarillas; más de 200 libras de explosivos, en combinación con los sepultureros. Pero para que aquello funcionara tenían que matar a alguien del gobierno, para aprovechar el sepelio y volarlo con toda su gente de una sola vez»- aclaró el viejo.

«_Y el elegido fue Clemente Vázquez Bello. Le hicieron una encerrona en Miramar y lo ametrallaron. Eso fue un golpe duro para Machado, pero resulta que lo que no calcularon los del ABC es que Vázquez Bello era de Villa Clara y la familia se lo llevó para enterrarlo allá, por lo que nunca se pudo realizar el atentado.»

«_¿Y qué pasó con la bomba?- preguntó Juan

«_Una vieja que pastoreaba chivos en el cementerio se enredó con los cables y se lo contó a la policía. Los guardias obligaron a un enano sepulturero a meterse en la alcantarilla y fue el que encontró los explosivos.

«_Desde entonces, el fantasma errante de Vázquez Bello, anda por aquí, sin coger su camino, tratando de entender porqué lo mataron por gusto…»- terminó diciendo Alcides.

_»Eso está fuerte Alcides, que te maten para matar a otro… » reflexionó Juan     _ «Pero eso no es nada, deja que te salga el fantasma de la mujer sin cabeza, je, je, je, pero esa historia te la cuento en estos días…

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