Texto y fotos: Rolando Pujol.

 

La ciudad de Santiago de Cuba, se encuentra por la ribera este de la bahía de igual nombre, en la costa sur de la región oriental de Cuba. En 1515, nació como la última de las siete primeras villas, sobre la atalaya natural que forman las elevaciones ribereñas. Su urbanización se extendió por entre el lomerío, a lo largo de cinco siglos, en que la ciudad fue destruida y vuelta a construir varias veces tras el ataque de los piratas y las sacudidas de los sismos. Durante la primera mitad del siglo XVI, Santiago fue la capital del país y residencia oficial de sus gobernadores españoles hasta 1553, cuando La Habana ocupó su lugar.

La búsqueda de oro, fue su primera actividad económica, agotándose en poco tiempo. El descubrimiento de un gran yacimiento de cobre, posibilitó la explotación de la primera mina de ese mineral en Cuba, en la zona de El Cobre, cerca de la ciudad. El lugar adquirió también celebridad por edificarse allí el templo de la Virgen de la Caridad, la Patrona de Cuba, visitado cada año por miles de peregrinos.

Con frecuencia la codicia de piratas y corsarios cayó sobre Santiago, que fue repetidamente asaltada. El más célebre de sus atracadores fue el pirata francés Jacques de Sores. Para conjurar tales saqueos, las autoridades iniciaron en 1633, la construcción de un sistema defensivo alrededor de la urbe. El Castillo de San Pedro de la Roca del Morro y las baterías de la Socapa y La Estrella, han perdurado hasta hoy.

A través de su historia, Santiago de Cuba, fue punto de convergencia de una emigración caribeña que contribuyó a su desarrollo cultural, social y económico. En el siglo XVIII un grupo de colonos franceses, que escaparon a la sublevación de los esclavos en Haití, introdujeron eficientes técnicas en el cultivo del café, que se comenzó a sembrar en las montañas de la región, convirtiéndose desde entonces en una de las producciones básicas de la provincia.

La industria azucarera y la minería, también atrajeron entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX; a cientos de braceros antillanos, provenientes de La Española, Jamaica y de otras islas circundantes; muchos de los cuales fijaron su residencia permanente en el oriente de Cuba. También la llegada de culíes chinos a la región, aportó a la cultura santiaguera una peculiar influencia.

En Santiago se vive a plenitud la identidad del Caribe. La alegría y hospitalidad de los santiagueros es antológica, al igual que su música, sus bailes y tradiciones. Asentada sobre montañas la ciudad tiene una apariencia única que la distingue de las demás con  sus calles escalonadas que forman espontáneos anfiteatros. De ello nos da fe Padre Pico,  con sus coloridas casas apareadas a su alta escalinata, que asciende hacia la Loma del Intendente, teatro de historias de amor y de guerra.

La calle Enramada, es la más concurrida desde la época en que era camino de procesiones, de la cual solo hay que dar dos pasos para llegar a Heredia, la calle que no duerme, llena de música, poesía y edificios coloniales.

La Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral, es la protagonista del Centro Histórico de la ciudad con sus elevadas torres paralelas y su hermosa fachada neoclásica. A sus pies el Parque Céspedes se extiende hasta el edificio del Ayuntamiento, mientras que por los lados cierran el perímetro otros edificios notables por su hermosa arquitectura o su extraordinario valor histórico, como la casa que habitó en el siglo XVI, Diego Velázquez, considerada la más antigua del país; hoy Museo de Ambiente Histórico Cubano y el majestuoso Club San Carlos, actual Casa de Cultura.

Cada verano, en el mes de julio, el Parque Céspedes se transforma en el  escenario central de la Fiesta del Fuego, que durante dos semanas convierte a Santiago de Cuba, en la Capital del Caribe y hacia la cual todos los pueblos de la cuenca vuelcan lo mejor de su cultura, su sensualidad y colorido.

Por esos días la ciudad es todo baile y las congas arrastran tras el llamado irresistible de las tumbadoras, cornetas chinas y cencerros, a una masa compacta de pueblo que se divierte inmersa en una fogosa contienda danzaria, donde no existe el cansancio, absortos durante horas por el éxtasis de la música. El otro gran espectáculo anual de Santiago es el Carnaval, que sigue con una diferencia de pocos días a la Fiesta del Fuego, dando continuidad a la algazara veraniega.

Nacido en la licencia festiva que se le daba a los esclavos en las plantaciones el Día de Reyes ( 6 de enero) y sincretizado con los festejos católicos de Santiago Apóstol, el Santo Patrón de la ciudad; el Carnaval, es la institución cultural más antigua del país, que con el transcurso del tiempo se ha enriquecido notablemente y el cual es esperado con ansiedad cada año, por los santiagueros residentes y buena parte de los ausentes, que por esos días regresan a su ciudad natal para disfrutar a sus anchas del más grande de los divertimentos.

El espejo que refleja el alma de la ciudad de Santiago de Cuba es su bahía. Una mirada a su entorno nos revela múltiples referencias donde se conjugan el hecho natural, geográfico, humano e histórico. Descubierta por Colón en su segundo viaje, éste la bautizó como Puerto del Rey, apreciándola como excelente abrigo. Fuerte y añoso, el castillo de San Pedro de la Roca edificado entre 1638 y 1643, resguarda su entrada sobre las peñas del lado este; desde donde se observa una imponente panorámica de la ensenada. En su centro, el pequeño cayo Granma es un tranquilo retiro de pescadores, que habitan en simpáticos chalets de madera.

Al sureste de Santiago de Cuba, el Parque Nacional Baconao, ocupa un área de 800 km2, que se extienden entre la Sierra Maestra y el Mar Caribe. Es una de las reserva naturales donde el ecosistema permanece prácticamente intacto, formando una galería de valiosas muestras de la flora y la fauna autóctonas de la región.

Baconao incluye a la Sierra de la Gran Piedra, los cafetales franceses de la Isabelica, el Jardín Botánico, varios museos, salas de arte, un delfinario y las atractivas playas de Juraguá, Bucanero, Damayajabo, Daiquirí, Sigua, Cazonal y Baconao. Uno de sus más atractivos lugares es el Valle de la Prehistoria, que reproduce a tamaño natural esculturas de los enormes reptiles que poblaron  la tierra hace millones de años. Varios hoteles a la orilla del mar ofrecen un cómodo alojamiento y la práctica de diversas actividades náuticas.

La más sorprendente maravilla de Baconao, es la Gran Piedra, una enorme roca de 63 mil toneladas que se alza a 1 226 metros de altura sobre el nivel del mar. Tiene 51 m. de largo por 25 m. de alto. Los expertos afirman que pudo ser parte de un volcán extinto, destruido por la erosión, que dejó al descubierto el grandioso macizo pétreo. La Gran Piedra está rodeada por un paisaje natural de excepcional belleza, donde crecen variedades de flores y plantas únicas; orquídeas silvestres de formas delicadas y de colores intensos y grandes helecho arborescentes. En la floresta, es posible ver algunas especies raras de aves, como el ruiseñor, el zunzuncito y gran variedad de mariposas.

Sin dudas, Santiago de Cuba, es una provincia que colma todas las expectativas del visitante y trasciende como una singular e inolvidable experiencia caribeña.