Texto y fotos: Rolando Pujol
Sesenta años después de que Magallanes y Sebastian el Cano, demostraran en un accidentado viaje alrededor del planeta, que la tierra era esférica sin discusión alguna; fue el inglés Sir Francis Drake quien comandó la expedición que completó la circunnavegación de la Tierra, en 1581, por segunda vez.
Regreso a Inglaterra, con un gran cargamento de oro y plata arrebatado a los españoles durante su paso por el Caribe y suramérica en busca del Cabo de Buena Esperanza, pero sobre todo cargado de yerbas, hojas y semillas aromáticas: las especias.
Se afirma que Drake, tenía por predilecta una bebida a base de un tosco ron caribeño, que aligeraba con agua miel, limón y para darle un toque de estilo le agregaba una de aquellas yerbas aromáticas, que conoció en algunos de sus viajes. La bebía despacio sentado en su camarote o bajo las palmeras de alguna perdida playa mientras carenaba sus barcos.
Así nació el «draquesito», una de las bebidas que forman el compendio de leyendas que dio lugar al nacimiento del «Mojito», uno de los diez cocteles más famosos del mundo.
Lamentablemente, Francis Drake, falleció a los 56 años, de una vulgar disentería tropical. Ignoraba que una infusión bien cargada de la misma yerba de sus tragos pudo haberle salvado la vida, por su poder germicida.
En los libros de botánica la yerba macerada por Drake, en su bebida, se llama Menta spicata, y es una de la decena de plantas familia de la menta, que crecen en casi todos los continentes.
Sobre ella se enumeran diversa virtudes medicinales como sus propiedades antiespasmódicas, analgésica, anti inflamatoria, estimulante y supresora de las flatulencias.
La hierba buena en infusión alivia las indigestiones, las inflamaciones del hígado y actúa de forma beneficiosa sobre la vesícula biliar ya que activa la producción de la bilis, además alivia los mareos y dolores.
El mentol es su principal componente activo, que actúa sobre los nervios transmisores del dolor amortiguando esa sensación. En su uso tópico, el aceite de hierbabuena tiene acción relajante y actúa como anti irritante y analgésico.
En una rocambolesca historia, fue la Ley Seca en los Estados Unidos, decretada entre 1920 y 1933, la que lanzó al estrellato al «Mojito», entre los cocteles más apreciados por los bebedores internacionales.
La «Prohibición», como también se le llamó impedía la venta y consumo público de bebidas alcohólicas, con severas penalizaciones. Sus promotores pertenecientes a grupos religiosos conservadores, alegaban que el alcohol, era el responsable de todas la decadencia que aquejaba a la nación.
Pero contrario a lo que se esperaba, la Ley Seca, dio inicio a un floreciente mercado negro de bebidas y un extraordinario contrabando de botellas de espirituosos que en poco tiempo enriqueció de forma obscena a bandas de mafiosos que comenzaron a proliferar por todas partes.
Cuba, fue el destino predilecto de numerosos norteamericanos que viajaban los fines de semana para pasarla de maravillas, sin que nada les impidiera coger la madre de todas las borracheras.
Para entonces, el viejo «draquesito», había evolucionado en los Estados Unidos, a una bebida de cierta clase, preparada a base de bourbon, que los norteamericanos pedían con frecuencia a los bar tender cubanos. Pero como el bourbon era escaso, estos comenzaron a sustituirlo por ron blanco, que llegaría para quedarse y completar la gloriosa combinación que hoy hacen auténtico al Mojito cubano: ron de caña cubano, soda, limón, azúcar, unas gotas de angostura, la menta spicata o yerba buena y varios cubos de hielo.
A partir de 1948, se inaugura la Bodeguita del Medio, emblemático restaurante bar de La Habana, a donde eran asiduos parroquianos lo más representativo de la bohemia habanera. En la Bodeguita, el Mojito tomó carta de ciudadanía, hasta el punto de que muchos creen que se inventó allí. Hoy, la Bodeguita del Medio es su templo.
Cultivada en las fértiles tierras cercanas a La Habana, la noble yerba buena, crece lozana sólo si se le riega con generosidad. Se colecta del campo, temprano en las mañanas arrancando las plantas con delicadeza, para que llegue con su verdor intenso y su aroma firme, al bar, donde el cantinero hará entonces su magia, en un Mojito, de sabor y aroma intensos, pero fresco como la brisa marina del Caribe.