Texto y fotos: Rolando Pujol
Durante la Feria Internacional de Turismo, Fitur 2018, que se celebró en enero de este año en Madrid, la Ciudad de La Habana fue distinguida como Capital de la coctelería de Iberoamérica.
Amparada por una tradición que se remonta a los inicios del siglo XX, La Habana, se encuentra en la actualidad en un verdadero esplendor en la promoción del consumo de bebidas espirituosas, con elegancia, mesura y arte.
Los visitantes foráneos aprecian sobre todo la degustación de dos de los cocteles más famosos del mundo, el mojito y el daiquirí, así como una amplia carta de creaciones, con sabores delicados nacidos en la mezcla perfecta de rones de producción nacional, con los zumos de frutas tropicales en matrimonio con esencias intensas creadas por Havana Club, que se solapan y nos cuentan infinidad de historias a través de los sentidos.
La coctelería sin embargo, nace en Cuba con la bebida rústica de los guerrilleros cubanos, los mambises, que combatieron durante más de 30 años contra el colonialismo español en la segunda mitad del siglo XIX.
«Canchánchara» denominaban, a una bebida reconfortante de campaña elaborada a base de aguardiente, miel y limón, que consumían con frecuencia, servida en una jícara de güira, para restablecerse de los rigores de la guerra y de la vida agreste en los montes.
Terminada la contienda y comenzando el siglo XX, Cuba se abre a nuevas influencias universales y los gustos de una clase alta criolla y foránea, que iban abriendo espacios bohemios en los lugares emblemáticos de la ciudad, transitando del consumo de simples sorbetes de frutas y del vino amable de los ibéricos, hacia la experiencia del sabor intenso y amaderado de los destilados producidos en el oriente por Don Emilio Bacardí y otros de menor calibre que también iban ocupando un lugar en bares, cantinas y restaurantes.
Empeñados en ganar clientes de todas las esferas sociales y sobre todo a las mujeres que comenzaban a frecuentar los bares, los cantineros emprendieron la tarea de crear sabores nuevos combinando rones y zumos de cítricos y otras frutas y en particular con los refrescos de cola, procedentes de los Estados Unidos, dando lugar al nacimiento de uno de las mezclas emblemáticas de la coctelería universal, el «Cuba Libre», por coincidir con el fin de la dominación española.
Desde entonces hasta el presente, la coctelería cubana ha transitado por una constante renovación, sin perder la tradición de su carta de clásicos, nacionales y universales.
Para vivir esta experiencia podemos proponer un «tur de bares» por La Habana, que bien puede ser un excelente pretexto para saborear la historia y las tradiciones habaneras desde las copas.
El punto de partida bien puede ser el Callejón de Hamel, donde una comunidad de rumberos ofrecen sus espectáculos todas las semanas y donde se convida a los visitantes tomar la Canchánchara mambisa, con aguardiente limón y miel. En este lugar se encuentran los mayores murales urbanos de Cuba, pintados por Salvador González.
El Floridita, el restaurant – bar más antiguo de Cuba fundado hace dos siglos, junto a una de las puertas principales de la Muralla de La Habana, en Obispo y Monserrate, es el templo del Daiquirí, del cual el escritor Ernest Hemingway, decía que tomarlo era como deslizarse por una gran montaña nevada y pedía a Constante, su barman que se los batiera dobles y sin azúcar.
La Bodeguita del Medio es nuestro próximo destino, a unos pasos de la Catedral por la calle Empedrado lugar donde el Mojito, alcanzó su celebridad gracias a los famosos que iban al lugar a compartir con la intelectualidad cubana, la comida criolla y la noble combinación de la yerba buena, el ron y la angostura.
En la esquina de Animas y Zulueta el Sloppy Joe es el Bar por excelencia de La Habana, con su grandiosa barra que corre a todo lo largo del establecimiento, considerada entre las mayores del mundo, algunos afirman que es la mayor; nos ofrece en medio de un ambiente clásico de la primera mitad del siglo XX, una carta de cocteles impresionante elaborados por cantineros de excelencia. Allí pueden solicitarse los diez cocteles más famosos del mundo.
Otros bares que no se deben dejar fuera del recorrido, son el «Vista al Golfo», del Hotel Nacional, construido para complacer a los turistas norteamericanos durante la Ley Seca en 1930. Llegaban los fines de semana para beber sin descanso y retornar el lunes en estado de gracia.
El Hotel Habana Libre, otro clásico de los años 50 del siglo pasado, ofrece también una variada carta de cocteles, en sus bares y restaurantes.
Por último, les recomendamos emprender una aventura de descubrimiento por una variedad de nuevos establecimientos gastronómicos que han abierto sus puertas con una coctelería de alto standard nacional e internacional, muy próximos al Parque Central, La Rampa y la Calle 23 y en el corazón de La Habana Vieja, donde la capital de todos los cubanos, tuvo su comienzo.